“La felicidad frecuentemente se cuela por una puerta que no sabias que estaba abierta” – John Barrymore
Me preguntan mucho por la felicidad ¿Cómo puedo serlo?¿Qué necesito para conseguirlo?¿Cuándo me llegará? …
Y es quizás ahí, donde radica nuestro principal problema. En la espera. Es el peor enemigo de la felicidad. Si esperamos a que llegue, no lo hará. Si vamos a por ella, puede que si. Pero, y eso es seguro, si somos conscientes de la que tenemos, la hallaremos.
Porque no es sino eso. Encontrar nuestro punto de partida. Saber identificar el momento en el que lo somos, como nos sentimos, en nuestro interior. La linea base sobre la que definiremos nuestra felicidad.
Lo sé. Ahora viene la pregunta que se supone debe contestar el psicólogo avispado ¿Y eso como se hace? Pues no los se. Yo puedo contarles lo que la psicología positiva dice, lo que yo he aprendido y lo que me aplico a mi mismo. Que esto sirva para todo el mundo no lo garantizo.
En primer lugar, la felicidad es algo que ocurre ahora, no mañana o ayer. Incluso en la magnifica película “En Busca de la Felicidad”, descubrimos como esta acontece en cada momento de complicidad entre padre e hijo, en cada logro. Y este sería el punto de partida. Si vemos la felicidad como una escalera que debemos subirá hasta llegar a un determinado piso, mal vamos.
A mi me gusta más sentirla como un sendero que, cuando te paras, y miras a tu alrededor, te sorprende con vistas maravillosas. La felicidad es el camino, no el final del mismo.Este es uno de los trucos principales de la gente feliz. Viven cada momento como un logro y cada obstáculo, como un reto a superar. Así siempre están en positivo, por muy cansados o tristes que puedan sentirse.
Y este es el segundo paso. La actitud. Desde luego que tenemos permiso para estar tristes. No todo el camino es bonito. Incluso mucho de él, puede llegar a ser realmente duro, aparentemente infranqueable. Pero es nuestra actitud de superación la que, incluso estando en las peores circunstancias, nos hace revivir. En ciclismo creo que lo denominan “energía de fatiga”. En psicología lo denominamos “resiliencia”.
Esta tercera pata de nuestra mesa de la felicidad, aparece cuando más lo necesitamos, en esos momentos en los que no esperamos tener mucha fuerza para afrontar un golpe de la vida, nos encontramos con que si. Somos capaces y además, nos sorprende nuestra fuerza.
Y esta es la última pata. Nuestra capacidad de cambio, adaptación y aceptación. Es quizás lo que más caracteriza a quienes llevan una vida satisfactoria. Aprenden a comprender que la vida funciona como las olas, estás arriba o abajo, pero en ambos momentos puedes surfear sobre ellas.
Por supuesto que para conseguirlo hace falta esfuerzo, perseverancia y altas dosis de motivación propia. Y, en algunas ocasiones, una infinita paciencia con nosotros mismos y con otras personas que nos quieren. No olvidemos que la estabilidad sigue siendo uno de los objetivos que nos inculcan desde pequeños. Y, claro, estamos yendo contracorriente.
La aceptación de nuestra naturaleza cambiante y, en cierto modo, nuestra identificación con ella es el reconocimiento de una realidad que, por mucho que nos empeñemos, siempre estará ahí.
Somos cambio, y nada puede evitarlo. Todo depende de una decisión. Ser protagonistas de él, o meros espectadores.
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