Es importante destacar que es un tipo de dolencia muy común y que, por lo general, se debe a una sobrecarga muscular o al simple cansancio al final del día. No suele tener mayor importancia, no obstante, deberíamos empezar a preocuparnos si estas molestias son continuas y duran meses.
Hablemos hoy sobre este tema, sobre el dolor en brazos y piernas.
Causas que pueden originar el dolor en brazos y piernas
El dolor en las extremidades es un tipo de dolencia realmente común. No importa la edad que tengamos. Es más, la población más joven, comprendida entre los 8 y 17 años, suele padecerla debido al crecimiento y a estas fases de cambios físicos donde las extremidades sufren variaciones a medida según maduran dichas estructuras.
¿Y qué ocurre con la población adulta? ¿A qué se debe este dolor en brazos y piernas? Veámoslo.
1. Resfriados y gripes
El dolor en brazos y piernas puede aparecer días antes de que se evidencie con todos sus síntomas dicha gripe o resfriado. Esta dolencia forma parte del cuadro típico de estas enfermedades estacionales que todos hemos pasado.
Ahora bien, puede que te preguntes por qué afecta también a las extremidades y por qué padecemos ese dolor muscular tan agudo. Todo ello se debe a la infección vírica que sufre nuestro organismo y a la reacción que este produce para defenderse. Se liberan gran cantidad de linfocitos para luchar contra ese enemigo interno pero, a su vez, esta liberación defensiva origina una elevación de temperatura y la liberación de moléculas inflamatorias (prostaglandinas). Y todo ello derivaen el clásico dolor de piernas, de brazos, de malestar general y fiebre.
Así pues, es muy posible que antes de que llegue el resfriado o la gripe, tengas como primeros síntomas ese dolor de brazos y piernas.
2. Dolor articular
Una causa muy frecuente a partir de los 50 años. No podemos olvidar que los brazos y las piernas son las partes del cuerpo que más utilizamos a lo largo del día, y que están formadas por complejas articulaciones que, por diversas razones, se inflaman o se desgastan.
Ello origina pesadez, cansancio, una quemazón muy particular en la zona de los muslos y también en la zona de los hombros. Es decir, el dolor no se concentra exclusivamente en la articulación, sino que suele irradiar a todo el músculo y a toda la extremidad.
3. Problemas de circulación sanguínea
Generalmente el dolor de brazos y piernas asociado a una mala circulación sanguínea va acompañado de otros síntomas que debes conocer. Toma nota:
Entumecimiento de brazos y piernas, acompañado de calambres que llegan a las manos y los pies.
- Aparición de algunas úlceras en las piernas.
- Pérdida de fuerza en las manos, notar que se nos caen las cosas con frecuencia.
- Dolores de cabeza.
- Tonalidad azulada en las uñas.
- Mareos nada más levantarnos.
- Sentir pesadez en las piernas y notarnos en ocasiones las manos y los dedos hinchados.
- Varices en las piernas.
4. Posible fibromialgia
A la hora de hablar de fibromialgia, deberemos tener muy en cuenta si este dolor en brazos y piernas es algo continuado, si lo sufrimos a lo largo de varios meses y si ello nos impide en ocasiones poder llevar nuestro ritmo de trabajo normal.
No obstante, es importante también tener en cuenta esta serie de síntomas asociados:
Nunca olvides intentar llevar una vida sana, alimentarte adecuadamente y hacer un poco de ejercicio. Gestionar adecuadamente nuestro estrés también evita este tipo de sobrecargas que siempre tienden a localizarse en zonas musculoesqueléticas.
- El dolor viene acompañado por un gran cansancio.
- Hay puntos del cuerpo realmente dolorosos, como son las caderas, la nuca, la clavícula, la articulación de los codos, la zona de las rodillas y la parte de las nalgas.
- Se tiene además mucha dificultad para dormir y una de las horas más críticas del día es por las mañanas, cuando tenemos que levantarnos.
- Se sufren migrañas, pequeñas pérdidas de memoria y dificultades para concentrarnos.
Nunca olvides intentar llevar una vida sana, alimentarte adecuadamente y hacer un poco de ejercicio. Gestionar adecuadamente nuestro estrés también evita este tipo de sobrecargas que siempre tienden a localizarse en zonas musculoesqueléticas.
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