La tristeza es una emoción básica del ser humano, al igual que la alegría, el miedo o la rabia. Experimentarla supone que nuestro cerebro actúe de un modo diferente produciéndonos a su vez una serie de efectos de los que en ocasiones no somos conscientes. Sentimos más hambre, estamos más cansados, buscamos la soledad, y lloramos. Tal vez te interese saber qué función cumple todas estas realidades en nuestro cuerpo, y de qué modo podemos afrontar la situación de tristeza para salir lo antes posible de esta situación, evitando así enfermedades de más gravedad que pueden bloquear gravemente nuestra vida, como es por ejemplo una depresión.
Cuando el cerebro cae en la tristeza
La importancia de la empatía
El cerebro necesita de más energía: glucosa
Cuando sufrimos una época de tristeza, el cerebro está increíblemente activo, puede que te resulte extraño, pero las pruebas científicas nos dicen que un cerebro deprimido activa más de 70 regiones cerebrales distintas ¿Cómo es esto? Es sencillo de entender, mientras estamos tristes recordamos, pensamos, sufrimos, razonamos en busca de soluciones o nuevas alternativas, apenas dormimos dando vueltas a muchos aspectos, de ahí que estén activos el hipocampo, la parte frontal del cerebro (corteza prefrontal) y la corteza cingulada anterior, lo lóbulos temporales… etc..
Hemos de tener en cuenta también que el cerebro utiliza casi el 20% de nuestra energía, pero en situaciones de tristeza, necesita aún más, siendo la glucosa su principal necesidad. Esto provoca por ejemplo que sintamos más hambre, más ansiedad por comer y por buscar cosas dulces. En ocasiones, esta es la causa de que subamos de peso cuando estamos tristes o deprimidos.
La necesidad esencial de llorar
Los estados de tristeza suponen acumular una gran dosis de tensión en nuestro cuerpo. Si bien la secreción lágrimas cumplen de por si una función biológica para hidratar el ojo, debemos diferenciarlo de las lágrimas emocionales o el llanto, básicas también para nuestra salud. El cerebro acumula demasiada tensión y necesita expulsar esa ansiedad, siendo pues las lágrimas el modo más adecuado para aliviarnos. Después de hacerlo, se segregan endorfinas que nos hacen sentir mejor y más relajados. De ahí que te recomendemos no esconder tus ganas de llorar cuando lo necesites.
Evitar trastornos y aprender de lo vivido
Un cerebro entristecido genera menos serotonina, un neurotransmisor asociado a la motivación. Si no logramos salir de este estado tomando nuevas decisiones y asumiendo lo ocurrido, a largo plazo este déficit en serotonina puede generara que suframos enfermedadescomo la depresión, obsesiones compulsivas y/o arranques violentos. Pero hemos de ser fuertes y encontrar en esos momentos de instrospección nuevos recursos con los que salir adelante.
Si de algo nos sirve la tristeza es para aprender de lo vivido, todos sabemos que la existencia no es un camino llano fácil de transitar, hay piedras que superar y nuevos senderos que encontrar, realidades de las cuales debemos aprender. Es así como seremos más fuertes y capaces.
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